Recientemente, en Chile se produjo una breve polémica, luego de que el excanciller de Augusto Pinochet, Hernán Felipe Errázuriz, saliera a defender por medio de El Mercurio una de las ideas más extrañas de todas cuantas se han instalado en el mundo respecto del Covid-19: que el consumo de cigarrillos era un efectivo método de combate en contra de esa enfermedad respiratoria.
Errázuriz es un viejo entusiasta de la industria del tabaco en Chile, a tal punto que recuerda al personaje de la película “Thank you for smoking”, Nick Taylor, quien se paseaba por canales de TV y otros medios diciendo que no existe evidencia de que el tabaco genere cáncer, mostrando una cara amable y sofisticada en relación con ese negocio
Por cierto, la película (y la novela en que se basa) es anterior a la multa billonaria que a fines de los años ’90 recibieron las tabacaleras estadounidenses, las cuales abandonaron la técnica de “la estrategia de la duda”, que usaban desde 1969 para vender su producto, pues ya no podían plantar dudas en orden a si el tabaco causaba o no enfermedades.
Ante ello, la nueva estrategia, completamente vigente en la actualidad, parece rescatar algo de la primera campaña comunicacional creada por Edward Bernays en 1928, gracias a la cual se masificó el cigarrillo como un producto femenino, apelando a que su consumo era casi un emblema de libertad. Ochenta años después, los actuales promotores del tabaco retoman esa idea fuerza.
Es ella justamente la que usó Errázuriz en una columna publicada el 27 de abril de 2019 en El Mercurio, titulada “Perseguir a los fumadores daña la salud mental”. En ella, tachaba como “perdidos” e “incapacitados mentales” a los investigadores del incendio de la catedral de Notre Dame de Paris, quienes habían sugerido que una de las posibilidades del origen del incendio que afectó al domo de esa iglesia era un cigarrillo mal apagado, lo que Errázuriz calificaba de “tamaña aberración”, aseverando que este tipo de noticias sirven para “alentar la intolerancia y persecución en contra de los fumadores”.
Del mismo modo, calificaba de “boberías” las iniciativas del alcalde Joaquín Lavín, por medio de las cuales este buscaba prohibir fumar en las plazas de Las Condes y también se mofaba de la muy razonable idea de legislar para que no se pudiera fumar en las áreas silvestres protegidas del Estado. El exembajador concluía diciendo que en las cajetillas, aparte de las advertencias sanitarias, debería haber otra más grande, para “destacar que la persecución a los fumadores daña la salud mental de los persecutores”.
Más revuelo causó su última columna, del 25 de abril de este año, en el mismo diario, titulada “El tabaco es bueno para el coronavirus”, en la cual aseguraba que “hay pruebas de que el tabaco daña la salud mental de los antifumadores, quienes se fanatizan, se transforman en intolerantes, persecutores, obsesivos, intrusos en la privacidad, hasta odiosos” y que “también hay evidencias científicas de que el tabaco perjudica los pulmones, provoca enfermedades cardiovasculares, respiratorias, cáncer y otros males fatales”, lo cual decía que algunos usaban “para imponer leyes y normativas que trasgreden la libertad”.
En el mismo texto argumentaba que “el ministro de Salud de Gran Bretaña, Matt Hancock, afirmó livianamente que los fumadores eran los más expuestos al coronavirus. La ciencia dice lo contrario”, agregando que “investigaciones científicas serias aseguran que la nicotina, en algunos casos, es capaz de detener las infecciones del coronavirus, que los fumadores están menos expuestos a contraerlo”, para lo cual citaba tres reportes y remataba señalando que “durante el encierro los fumadores hemos tenido en el cigarrillo un amigo placentero para hacerlo más llevadero”.
Mañalich y la OMS
Tras la publicación de esa columna surgieron de inmediato acusaciones en redes sociales en contra de Errázuriz, en orden a que sería un lobista de la industria del tabaco, algo que él desmintió en La Tercera, diciendo que “nunca he sido abogado de ellos ni he recibido ningún peso”.
Pese a ello, es necesario señalar que Errázuriz es socio del estudio jurídico Guerrero y Olivo. Roberto Guerrero, el socio principal del mismo, es nada menos que el vicepresidente de British America Tobacco (BAT, ex Chiletabacos), principal productora de cigarrillos en Chile.
Además, como lo informó CiperChile, el influyente think tank Libertad y Desarrollo (LyD, vinculado a la UDI) donó solo en 2013 la cifra de 6.500 millones de pesos a la empresa Asesorías y Consultorías del Desarrollo, vinculada a la Universidad del Desarrollo, la cual publicó al menos una encuesta según la cual que la mayoría de la población estaba en contra de las restricciones al tabaco que impulsó en 2013 y 2014 el ministro de Salud Jaime Mañalich, durante el primer gobierno de Sebastián Piñera.
El presidente Emérito del consejo asesor de LyD es Carlos Cáceres, exministro de hacienda de Pinochet y actual presidente del directorio de BAT. Errázuriz, por su parte, también forma parte del Consejo Asesor de LyD. Por cierto, como toda gran empresa que necesita influir en los gobiernos, BAT no solo posee en su directorio a políticos de la derecha, sino también de la antigua Concertación, como explicamos en esta otra nota.
Sin embargo, quizá el enemigo más enconado de Errázuriz ha sido alguien que se supone debería estar en la misma vereda: el ministro de Salud, Jaime Mañalich. De hecho, uno de los exabruptos más conocidos del secretario de Estado, acaecido en 2013, tuvo relación con un intercambio de palabras entre Mañalich y un periodista de El Mercurio, que concluye con el ministro diciéndole al reportero “yo te digo una cosita: conmigo no se tontea… o sea, la protección que tengo es tan fuerte que…”
Si se revisa lo acaecido antes de ello, que se puede ver en este enlace, queda en evidencia que el enojo del ministro era en contra de El Mercurio, pues aseveró que “la línea editorial de El Mercurio es saquemos a Mañalich, como nosotros tenemos adentro al gallo… a Hernán Felipe Errázuriz, editorialista del tabaco… Hernán Felipe Errázuriz quiere sacar a Mañalich”.
Más allá de todo lo anterior, la Organización Mundial de la Salud acaba de emitir un comunicado respecto de la supuesta relación entre el Covid-19 y el tabaco, el cual dice todo lo contrario de lo que señala Errázuriz: “Tras revisar diversos estudios, un grupo de expertos en salud pública reunido por la OMS el 29 de abril de 2020 estableció que los fumadores tienen más probabilidades de desarrollar síntomas graves en caso de padecer COVID-19, en comparación con los no fumadores”.
Además de recordar que más de ocho millones de personas mueren cada año por el consumo directo o pasivo de cigarrillos, la OMS dice haber revisado los estudios que indican una supuesta correlación entre la nicotina y el Covid-19 y ante ello “insta a investigadores, científicos y medios de comunicación a ser prudentes y evitar difundir la idea no probada de que el tabaco o la nicotina podrían reducir el riesgo de padecer Covid-19. Actualmente no hay información suficiente para confirmar ningún vínculo entre el tabaco o la nicotina y la prevención o el tratamiento de esta enfermedad”.
Del mismo modo, la entidad subraya la necesidad de realizar estudios sistemáticos, de gran calidad y éticamente aprobados que contribuyan a mejorar la salud individual y pública”. El comunicado completo de la OMS se puede revisar aquí.